La Basílica-Santuario de Nuestra Señora de la Capilla y Sacra Iglesia Parroquial de San Ildefonso es un templo cristiano católico de la ciudad de Jaén, levantado en el año 1248 en el Arrabal de San Ildefonso. Se sitúa en la plaza de San Ildefonso, corazón de la ciudad.
Se considera el segundo templo más importante de la ciudad, después de la Catedral de Jaén. Esto se debe a que la noche del 14 de junio de 1430, se cuenta que la Virgen descendió junto a un cortejo celestial y se detuvo en este templo. A partir de ese momento, el templo empieza a cobrar gran importancia en la ciudad y se le empieza a rendir culto a la Virgen de la Capilla en ese lugar.
Un signo de la importancia que la Basílica de San Ildefonso llegó a tener es que los restos de Andrés de Vandelvira, el gran arquitecto encargado de construir la Catedral de Jaén y la Catedral de Baeza, descansan en esta basílica
¿Cómo es la Basílica de San Ildefonso?
La Basílica de San Ildefonso está compuesta por 3 portadas, de 3 estilos distintos:
- Gótico: es la portada más antigua y se encuentra en la parte trasera de la basílica
- Renacentista: se corresponde con la portada lateral, en esta se encuentra un relieve con la casulla a San Ildefonso
- Neoclásico: es la portada más reciente, y queda coronada con la imagen de San Ildefonso
Además, tiene dos torres construidas en momentos distintos:
La torre izquierda es de 4 cuerpos y está coronada con un cimborrio de parte octogonal cubierto con una especie de chapitel, de baja altura y base circular. Fue comenzada a finales del siglo XVI y terminada a mediados del siglo XVII.
La torre derecha es de menor tamaño y se halla adelantada a la fachada para ordenarse con la torre mayor. Esta Torre, no ejerce de campanario. En la base se conserva una leyenda: «Viva la virgen de la Capilla 1868».
Su interior es de estilo gótico, con planta de salón y 3 naves.
La Leyenda de la cabeza del ladrón
Una leyenda muy conocida en la ciudad, es la leyenda de la Cabeza del Ladrón. Se dice que una persona se ocultó en el templo y robó las lámparas de plata que alumbraban a la Virgen de la Capilla, patrona de la ciudad. Esto no sentó muy bien a los jienenses de la época, así que el ladrón intentó escapar de la ciudad, pero, por razones aún desconocidas, se desmayó. Su desmayo permitió a las autoridades de la ciudad atrapar al ladrón para poder aplicarle los castigos vigentes.
A las personas que robaban, se les debían cortar las manos. Pero dada la gravedad del hurto, ya que fue en la casa de Dios, decidieron que había que ahorcarlo, desmembrarlo y mostrar sus partes públicamente. Y así se hizo, pero con un detalle, en vez de ser mostradas en la entrada de la ciudad, como era la costumbre, se colocaron en la fachada de la iglesia.
Durante mucho tiempo, ahí permanecieron, hasta que los restos se consumieron. Pero los habitantes de Jaén querían dejar constancia de lo que aquel día sucedió, así que decidieron hacer una réplica de la cabeza del ladrón.
En la actualidad, esta cabeza se puede contemplar en una de las portadas de la iglesia.
