Leyenda de los Hermanos Carvajales de Martos

Leyenda de los Hermanos Carvajales de Martos

En el año 1312, con La Reconquista como fondo histórico de esta historia, el rey Fernando IV se encontraba a sus 26 años en Palencia tras haber tenido un increíble éxito en la toma de Gibraltar y con sus tropas en el municipio jiennense de Alcaudete listas para una batalla inminente. Durante su estancia en Palencia recibió una noticia desgarradora: su querido amigo y mano derecha, el caballero Don Juan de Benavides, había sido asesinado. La noticia conmocionó al rey e hizo que entrara en cólera y quisiera encontrar al asesino de Don Juan a toda costa. A sus oídos llegó que las sospechas apuntaban a dos hombres conocidos como Los Carvajales.

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Fernando IV de Castilla

Los hermanos Carvajales, Juan Alfonso de Carvajal y Pedro Alfonso de Carvajal, eran dos caballeros de la Orden de Calatrava que residían en Martos y eran queridos por muchos de este pueblo. A pesar de ser muy queridos y respetados, a veces es inevitable tener enemigos y se cree que esto podría haber sido la causa de su trágico final. De hecho, las acusaciones de asesinato se han calificado como falsas, y se sospecha que todo fue orquestado como un intento de venganza en una rivalidad personal.

Un día, el rey al pasar por Jaén para ir a alguna de sus batallas, pasó por Martos, donde encontró a estos dos caballeros que fueron arrestados.

Fueron conducidos a lo alto de la Peña de Martos, esta es una montaña de piedra donde está situado el castillo. Allí fueron juzgados por el rey Fernando IV de Castilla y este los condenó a morir de una forma cruel, serían encarcelados en una jaula con púas de hierro en su interior y tirados montaña abajo en dicha jaula.

Los hermanos Carvajales reiteraban una y otra vez que eran inocentes, pero el rey  hizo caso omiso a sus súplicas y mantuvo firme su sentencia. Al ver que sus ruegos no surtían ningún efecto decidieron afrontar con dignidad la sentencia, no sin antes lanzar una advertencia al rey. De esta forma emplazaron al rey a asistir junto a ellos ante el tribunal supremo de Dios, a los treinta días fijos desde aquella matanza.

Hecha la ejecución el día 7 de agosto de 1312, el rey se marchó a la batalla de Alcaudete, donde cayó enfermo, y fue llevado a su castillo de Jaén. Allí murió el 7 de septiembre de 1312, justo el día en que vencía el plazo de los treinta días fijados por los hermanos Carvajales, para reunirse con ellos ante Dios. Es por eso que Fernando IV de Castilla fue llamado «El Emplazado».

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A día de hoy los cadáveres de los hermanos Carvajales se conservan en la iglesia de Santa Marta de Martos y en el lugar donde llegó rodando la jaula de los hermanos Carvajales se realizó un monumento en su memoria. Aquí fue donde los aldeanos acudieron a llorar la muerte de estos hombres y es por ello que este monumento recibió el nombre de La Cruz del Lloro.

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La Cruz del Lloro

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