En Jaén tenemos un castillo digno de Juego de Tronos. Duerme sobre el pico del risco al borde de su peñón y para acceder a él hay que subir una escalera serpenteante de 360 escalones. Y este Castillo es el de Albanchez de Mágina, erigido en ladera oriental de La Serrezuela y sobre el pueblo de Albanchez de Mágina.
La historia del Castillo de Albanchez de Mágina
Albanchez de Úbeda fue conquistada por los Caballeros Santiaguistas del Convento de Uclés en el año 1231, siendo concedida al Concejo de Baeza. Posteriormente, sería anexionado al Señorío de Jódar, hasta que en 1338, Alfonso XI, en su política de reforzamiento de los Concejos de Realengo, se la compra a Ruy Fernández de Jódar para concedérsela al Concejo de Úbeda. Fue evolucionando poco a poco y ha ido pasando de unas manos a otras, que se dieron de palos por hacerse con el control del castillo y su población. Lo que comúnmente se conoce por Castillo de Albanchez es solamente su alcazarejo, ya que debido a los riscos del terreno, el recinto interior se sitúa unos cincuenta metros más abajo, al pie de la peña que sostiene el alcazarejo.
Se desconoce el momento exacto de la construcción del castillo. Algunos autores remontan sus orígenes a época islámica, en la cual se conocía con el nombre de «Hútar», atribuyéndosele su construcción a Ibn El Saliya, tras una revuelta. Sin embargo, esta noticia posiblemente se refiera a los restos de construcciones defensivas que aún podemos ver al pie de la ladera, más cerca del pueblo, y que corresponderían al yacimiento de El Rosel. Cerezo Moreno y Eslava Galán (1989) datan el castillo en el s. XIV, una vez que se consolida la presencia cristiana.
Restauración
Por desgracia, a mediados de los años ochenta el castillo se restauró utilizando materiales inadecuados como el cemento. Todo el alcazarejo está sólidamente construido en mampostería regular, actualmente rejuntada con cemento.
Unos metros más abajo del alcazarejo se conserva, muy desmochao’, el muro que cerraba el conjunto. Pero bueno, también se habilitó un acceso por medio de escaleras y rampas por el que actualmente se asciende y posibilita que lo visitemos fácilmente. Así que todo ¡no iba a ser «malo»!